sábado, 27 de marzo de 2010

Un editor y un cometa en el siglo XVIII


Da noticias Don Juan Antonio de Mendoza, y González Agrimensor de estos Reynos, y Professor de las Mathematicas, y Astrología, de que (aunque con gran trabajo, y valiéndose de el Telescopio) en la vltima observación, ha visto un Cometa, en la figura, que aquí se expressa, azia la parte del Oriente, mas tan superior al Sol, que no se dexará veer en la tierra con la simple vista, tan brevemente, aunque se descubrirá á su tiempo. Queda escriviendo lo que va observando de su feliz Pronóstico, que dará á luz.

En 1722 esta noticia se publicó en el diario que dirigía Juan Ignacio María de Castorena Urzúa y Goyeneche en la Ciudad de México, la “Gazeta de México”. Se acompaña la nota con un dibujo del cometa, una distinción relevante para una época en la que aún no se popularizaban las imágenes en los periódicos. La noticia sobre el cometa aparece entre una nota que daba cuenta de la celebración del jueves y viernes santos en Puebla y otra en la que se informaba sobre la producción minera en San Luis Potosí. El periodismo en ciernes en Latinoamérica copiaba modelos de periódicos españoles en los cuales la información parecía colocarse en el diario conforme se iba obteniendo, sin clasificar temas, mucho menos si se trataba de la incipiente ciencia, puesta en pequeñas noticias para “los curiosos”. La pequeña nota, por sí misma, nos revela dos cuestiones importantes para la comunicación de la ciencia: al menos al editor le parecía tan relevante informar al público sobre ciencia como lo hacía sobre el oro y la religión, dos temas de gran importancia para el público del siglo XVIII; y por otro lado, daba cuenta de las actividades científicas que se llevaban a cabo en Puebla... no sólo era noticia lo que sucedía en la Ciudad de México.

El cometa de la Gazeta de 1722 no sólo es una cuestión acotada al reducido público "realmente científico" que podría haber tenido este diario, que hubiera mostrado un evidente interés por un fenómeno natural que estuviera a la vista, ¡este era un cometa que no era visible a simple vista! Un motivo más para que incluso, cualquier otro editor en otro tiempo y lugar, no hubiera considerado relevante la noticia, si prácticamente nadie veía el cometa, ¿qué caso tendría escribir de él?

El artículo de María Guadalupe López Molina y Marco Arturo Moreno Corral, “Desarrollo de la astronomía en la Puebla colonial”, abunda en las actividades astronómicas de Don Juan Antonio de Mendoza, en Puebla. También relevan algunos otros pormenores de la astronomía poblana durante la colonia. Los autores hacen notar que acaso Don Juan Antonio de Mendoza fue el primero que sistemáticamente utilizó telescopios para sus observaciones, no sólo en la entonces reducida ciudad de Puebla, fue un pionero en México, donde se generalizó el uso de tan significativo instrumento astronómico hasta el siglo XIX.

sábado, 20 de marzo de 2010

El estudio del discurso de la divulgación de la ciencia

Muchas reflexiones e investigaciones sobre la divulgación ya han sido publicadas. Sin embargo, aún subsisten cientos problemas que conciernen a la transmisión del conocimiento científico y no son los de menor importancia. Citemos, entre otras cuestiones abordadas, la concepción misma de la cultura; los intereses diferentes de dos grupos escindidos; otros intereses de orden social, económico, político y hasta militar; los objetivos de la divulgación, la elección de los saberes que se han de comunicar; la representación que el público se forja de la ciencia y los investigadores científicos; la brecha entre la instancia de producción y la recepción; el lenguaje y los medios utilizados para transmitir la ciencia. En resumen, para hablar de transmisión de conocimientos científicos hay que determinar, en primer lugar, lo que entra en juego en esta transmisión, ofreciendo a la vez una definición del proceso de comunicación que le es propio. (Berruecos, 2009, p.21-22).

En efecto, existen aún muchos aspectos que no han sido abordados por estudios especializados, profundos y serios sobre las múltiples facetas que el discurso de la divulgación científica implica.

El libro donde esto se publica es:

Berruecos Villalobos, María de Lourdes (2009) La divulgación de la ciencia puesta en discurso. Colección Divulgación para Divulgadores No. 9. Dirección General de Divulgación de la Ciencia. Universidad Nacional Autónoma de México. México. 180 p.

El libro salió a la luz pública a fines del año 2009, editado por la Dirección General de Divulgación de la Ciencia. Aborda una vertiente poco analizada y de vital relevancia para la divulgación de la ciencia: su discurso.

Entre lo mucho que habría que destacar tomo esto más:

Para Mortureux (1986, p. 73), la diferencia esencial entre el discurso científico y el de la divulgación reside en el hecho de que esta no explica el procedimiento heurístico de los investigadores. Los fundamentos y el procedimiento científico no son transmitidos al público en la enseñanza de lenguas, ni en la divulgación científica: “ninguna de las dos funda (…) su discurso directamente en el procedimiento de la ciencia de la cual es dependiente en el procedimiento de la ciencia de la cual es dependiente; cada una de ellas, al contrario, se vuelve autónoma aunque de diferente manera, con respecto a esta ciencia” (ibid. p. 73). La divulgación oculta el procedimiento de los investigadores, hace visible, expone y focaliza los resultados. Además, no presenta construcción alguna, ni organización de los objetos semióticos (el hacer taxonómico, cf. Greimas, 1976) y tampoco anáforas cognitivas. En la divulgación no se trata de construir el objeto cognitivo, puesto que este ya está construido por el discurso científico, y su búsqueda no es la de “saber”, sino la de “hacer-saber”. (Berruecos, 2009, p.69).

En efecto, podemos identificar esta "diferencia esencial" entre un discurso de divulgación científica y un discurso científico en los actuales discursos. Valga la presente acotación para reflexionar en otros sentidos si miramos hacia otro lado: ¿qué hay pues entonces del experimento del pulque publicado por Bartolache en su periódico de divulgación científica en el siglo XVIII, con procedimiento y resultados puestos de manifiesto "para el vulgo"?

¡Aún hay mucho por hacer en este campo, como bien lo precisa María de Lourdes Berruecos Villalobos en su libro!

¡Qué bien que ya se tienen puntales tan sólidos como este libro de reciente publicación!

El libro está a la venta en la misma Dirección General de Divulgación de la Ciencia. Museo de las Ciencias Universum, en la Universidad Nacional Autónoma de México.

lunes, 15 de marzo de 2010

América desde Italia en el siglo XVII

A principios del siglo XVI fue evidente para los exploradores europeos que incursionaron en América que se encontraban ante una vasta riqueza que era necesario conocer para poder explotar. El rey español Felipe II designó a Francisco Hernández (1517-1587) en 1570 para que viajara por todo el nuevo territorio y recopilará todo lo conocible sobre la flora, la fauna y los minerales que había en América.

De 1571 a 1577 Hernández exploró ampliamente regiones de México y del Perú y después de colectar numerosos especímenes, redactó, en latín, más de veinte volúmenes con copiosas ilustraciones y amplias explicaciones, sobre todo de aquellas plantas con usos medicinales. También envió a España decenas de cajas conteniendo todo tipo plantas, animales y minerales.

La amplia obra original de Hernández fue depositada en la Biblioteca del Escorial, en España, donde se perdió en un incendió en 1671. Afortunadamente, en 1580 Nardo Antonio Recchi, médico originario de Nápoles, Italia, conoció prácticamente toda la documentación recabada por Hernández y realizó una compilación, a solicitud del rey Felipe II, a quien entonces servía en su corte. La compilación (probablemente una copia del original), inédita a la muerte de Recchi, quedó en manos de su sobrino, Marco Antonio Petilio, quien la vendió en 1609 al príncipe Federico Cesi.

El príncipe Cesi fundó en 1603 la Accademia dei Lincei, que se distinguió por reunir a los más destacados científicos y humanistas de la época. Galileo Galilei fue aceptado en este selecto grupo en 1611. Bajo el mecenazgo de Cesi se preparó la edición de la compilación inédita de Recchi, la cual se publicó finalmente en 1651 bajo el título de Tessoro Messicano. Rerum Medicarum Novae Hispaniae Thesaurus.