miércoles, 24 de noviembre de 2010

Saber leer tiene su ciencia

Existen estudios que señalan que para que los niños aprendan a leer en los niveles básicos de educación se requiere primero que tengan conciencia de la estructura del lenguaje hablado, lo que denominan los expertos en el campo: conciencia fonémica. (El desarrollo de la competencia lectora en los primeros grados de primaria).

La conciencia fonémica significa que los niños deberían saber cabalmente cómo manipular los sonidos que implica el lenguaje. Los niños pequeños muestran aprecio por las rimas y las repeticiones precisamente por ello, porque están aprendiendo a dominar este aspecto básico del lenguaje. Es importante subrayar que esta capacidad no se desarrolla de manera innata, es total y absolutamente algo que debe enseñarse correctamente y es preferible que se aprenda a edades tempranas. Si se enseña mal o no se enseña las nefastas repercusiones pueden influir el resto de la vida.

Parece ser que este tipo de estudios no son tomados en cuenta, no obstante estén disponibles en Internet, y que deberían ser cabalmente conocidos por los analistas y desarrolladores expertos que implementan, modifican y perfeccionan los contenidos de los libros de texto de educación básica oficiales en México.

Desarrollar la conciencia fonémica no es trivial. Los expertos señalan que es difícil en la mayoría de los niños, y que es fundamental que se intensifique en los primeros tres años de la educación primaria. Así es que las rimas y la poesía no deberían circunscribirse únicamente al Jardín de Niños. Las investigaciones revelaron que incluso niños chinos de primero y segundo de primaria después de pasar por un sólido programa de conciencia fonémica en su lengua materna mejoraron notoriamente su lectura en inglés, que no es su lengua materna.

Un somero sondeo, que cualquiera de nosotros, mayores de cuarenta años, podemos hacer puede revelar la importancia de este hecho que parece poco importante. Hace algunas décadas los libros de texto contenían muchas más lecturas poéticas y eran usuales los concursos de declamación coral o individual. Muchos de los ahora adultos de más de cuarenta años podremos incluso aún recordar alguna poesía, o varias, que memorizamos en los tiernos años infantiles. Hoy son pocos los jóvenes y los niños que declaman de memoria. Los niños de entonces, ahora cuarentones o mayores, son con frecuencia en México mejores lectores que los jóvenes.

También existían hace algunas décadas programas de radio que fomentaban canciones con rimas y poemas para los niños, como los históricos programas de Francisco Gabilondo Soler, Cri Crí. Muchos de esos programas populares se replicaron con otros conductores, pero similar formato, en muchos estados de la república. Hoy son escasos este tipo de programas y en los programas infantiles televisivos actuales se suele animar a los niños a cantar y actuar canciones de los artistas más cotizados del momento, que poco tienen de rima y con frecuencia escasa poesía.

Así es que con este precedente, parecería más lógico que Alonso Lujambio, titular de la Secretaría de Educación Pública, hubiera presentado un programa mucho más integral para incentivar la lectura en los niños mexicanos. En agosto de 2010 su principal recomendación fue la de precisar los números de palabras por minuto que se espera lean los niños y adolescente fluidamente en voz alta. En primer grado de primaria de 35 a 59 palabras, en segundo grado, de 60 a 84, en tercero de 85 a 99, en cuarto de 100 a 114, en quinto de 115 a 124, en sexto de 125 a 134, en primero de secundaria de 135 a 144, en segundo grado de 145 a 154 y en tercero de secundaria de 155 a 160 palabras por minuto.

El titular de la SEP no indicó cuál fue su sustento académico. En el estudio especializado que consulté se sostiene que los niños de tercero de primaria deben leer entre 120 y 180 palabras por minuto (El desarrollo de la competencia lectora en los primeros grados de primaria , p.117). Según el comunicado de la SEP es hasta la secundaria que resultaría aceptable que un adolescente leyera entre 155 y 160 palabras por minuto. Creo que cinco años sí constituyen un atraso considerable.

Por otra parte la recomendación de Alonso Lujambio puesta de manifiesta en los medios de comunicación sobre la deficiente capacidad lectora de los niños y jóvenes mexicanos únicamente atiende lo relativo a un solo aspecto de los que recomiendan los expertos y los actuales estudios sobre la capacidad lectora, la fluidez.

La fluidez por sí sola si bien puede generar un positivo reconocimiento social, es un proceso más bien automático que no requiere necesariamente la atención consciente del lector (El desarrollo de la competencia lectora en los primeros grados de primaria , p.117). Adquirir una adecuada competencia lectora es mucho más que leer un determinado número de palabras por minuto en voz alta. Los expertos señalan por lo menos la concatenación de cuatro factores, todos ellos relevantes y con la necesidad de que todos sean atendidos preferentemente a edades tempranas:

1) el desarrollo de la conciencia fonémica;

2) el descubrimiento y utilización del principio alfabético, incluyendo las operaciones de análisis y síntesis con fonemas y grafías;

3) la lectura con fluidez ; y finalmente,

4) la utilización de estrategias que permitan dar sentido a los símbolos escritos.

Todos estos factores se explican ampliamente en el artículo El desarrollo de la competencia lectora en los primeros grados de primaria .

No está mal fomentar la lectura en voz alta con fluidez, pero no basta para aprender realmente a leer. Aunado a ello no sería mala idea incentivar nuevamente los programas de declamación y oratoria en todos los grados escolares de la educación básica; apoyar la creación y consolidación de programas públicos en la radio y otros medios masivos de comunicación, con contenidos apropiados para los niños y los jóvenes y finalmente dar un fuerte empuje a nueva didáctica integral de la lengua materna en los primeros años educativos en todo el proceso de la lecto-escritura. ¡Insisto, saber leer es mucho más que leer en voz alta rápido y “bonito”!

lunes, 22 de noviembre de 2010

Mexicanismos en la celebración del Centenario de la Revolución Mexicana

“La corrupción de las palabras es la peor de las corrupciones, ¿puede haber algo peor que perder la amalgama del idioma?”, afirmó David Konzevik, conferencista del Tercer Festival Internacional de Mentes Brillantes, mejor conocido como la Ciudad de las Ideas, que se llevó a cabo en Puebla del 11 al 13 de noviembre de 2010.

Extraordinario conferencista que en poco menos de 25 minutos analizó la situación de la sociedad actual y las perspectiva para América Latina, enumerando algunos aspectos a partir de los cuales se puede “medir” dónde se encuentra cada sociedad: “¿Es un país de títulos o de méritos?”, “¿Campea la ley o campea la corrupción?”, “¿Su mundo está en el pasado o en futuro?” y finalmente qué opinión se tiene de la riqueza, ¿qué es la riqueza, cómo se obtiene y cómo se incrementa?

Las palabras son más que abstracciones de la realidad que representamos en signos fonéticos o escritos. Las palabras, en el sentido en el que muchos lingüistas, filósofos del lenguaje y antropólogos lo han planteado son el todo del hombre. Ludwig Wittgenstein sintetizó tanto esta interpretación que afirmó: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”.

Si bien la lengua se transforma continuamente en un proceso que parece intangible, a la postre revela cambios que presentan y representan una realidad que se consigna en nuevas palabras, en nuevos giros lingüísticos.

Recopilar las transformaciones del idioma es una de las funciones permanentes de instituciones como la Academia Mexicana de la Lengua. Ayer, 21 de noviembre de 2010, en el Palacio de Bellas Artes, se presentó el nuevo “Diccionario de Mexicanismos”.

Hace algunos meses, la Dra. Concepción Company Company, quien dirigió la investigación, dictó una conferencia en la que señalaba algunos de los mexicanismos que distinguen a nuestro español del que se habla en otros países. Algunas características fueron refrendadas y ampliadas en la presentación de este diccionario. La obsesión mexicana por el sexo, la muerte, la ironía, el machismo y giros de cortesía muy particulares son característicos del español mexicano. Dejó en claro en aquella conferencia, en septiembre, que sin embargo aún falta mucho por saber de las particularidades del “habla” del norte y del sur de México.

Yo lo sé de cierto, por ser norteña. Por ejemplo “¡Come chúcata!” va mucho más allá del señalar la acción de comer chúcata. Explico, la chúcata es una resina que se estilaba masticar por mero placer o como medicina; cuando se mastica, durante un buen rato, en tanto se deshace por efecto de la saliva en la boca, se pega en los dientes, lo cual hace prácticamente imposible poder hablar. La expresión realmente es un “¡Cállate!” de lo más tajante e incluso grosero. De la “pegajosidad” de la chúcata se deriva el decir que algo está "chucatoso" cuando está pegajoso. En Tabasco existen vocablos como “tulich”, líbelula, o “duche” que en algunas regiones de ese mismo Estado es ombligo, y en otras denota vagina, o más bien vulva, por lo que se puede considerar como un vocablo de uso restringido, o incluso una “mala palabra”.

Este nuevo Diccionario de Mexicanismos, impreso bajo el sello de la Academia Mexicana de la Lengua y la Editorial Siglo XXI es un esfuerzo amplio que incluyó la investigación en textos mexicanos antiguos y en otros discursos tan modernos como los de “La familia Burrón”, y los que se utilizan en las películas del cine de oro mexicano, como “Nosotros los pobres”.

Considero que nuestro hablar, coloquial, singular y muy mexicano no representa por sí misma una corrupción de nuestras palabras, en el sentido que expresó David Konzevik, en tanto tengamos conciencia de que son nuestras, de qué significan y de qué realidades (¡y acciones!) denotamos con ellas. La corrupción empieza precisamente cuanto perdemos la conciencia de nuestro propio discurso y adoptamos palabras y discursos sin saber por qué lo hacemos... y aún más actuamos en consecuencia sin conciencia. David Konzevik apuntó al final de su disertación que “la guerra del futuro es una guerra de cerebros”, una guerra de ideas, de creación de nuevos conceptos, de conocimientos… y creo firmemente que para ello primero tenemos que dominar nuestro propio idioma.

Estamos constatando que nuestros niños, y muchos adultos, no entienden lo que leen, mucho menos pueden escribir coherentemente una idea… crear con las palabras... considero que uno de los aspectos que está detrás de ello es el orgullo por nuestro idioma, nuestra lengua materna. Nacimos en español, pensamos en español, y más que en español, en mexicano.

¡Compre el Diccionario de Mexicanismos, le garantizo que es una excelente inversión!

Y que conste que no me pagan comisión por el anuncio ; -)

jueves, 18 de noviembre de 2010

Los heroicos bibliotecarios y el encuentro con "El Hijo del Garabato"


Es poco conocido el Día Nacional del Bibliotecario. Su labor mecería mucho más reconocimiento. Se instaló en México para ser celebrado el 20 de julio. Quienes nos encontramos en esta Dirección General de Divulgación de la Ciencia tenemos mucho que agradecer al Mtro. Raúl Ortega Muñoz, director de nuestra biblioteca, quien siempre nos ha procurado novedosos materiales, incluyendo solicitudes especiales. En el sitio web que él mismo ha reorganizado y continuamente alimenta la Biblioteca de la DGDC ofrece también valiosos servicios vía Internet (¡anímese a entrar algún día!).

La Red Nacional de Bibliotecas Públicas es actualmente heredera del proyecto que surgió a partir de los planes que para una nueva nación encabezó José Vasconcelos, junto con las escuelas primarias y la alfabetización.

Las bibliotecas son prácticamente desconocidas para cualquier ciudadano (de a pie o en automóvil). En México no sólo no se lee porque no se compren libros; aún teniendo la posibilidad de tener acceso a ellos gratis, a través de las bibliotecas, poco acudimos a estos recintos. La Encuesta Nacional de Lectura revela que entre el reducidísimo acceso a la lectura (poco más de dos libros por persona en promedio, por año, incluyendo a los estudiantes en activo), sólo un poco más del 10% acude a las bibliotecas, y el rango de edad más notable es de los jóvenes que están cursando preparatoria o licenciatura, quienes van a las bibliotecas precisamente porque están estudiando; una vez que dejan de estudiar por lo general dejan de leer, en bibliotecas o en cualquier parte. Más inusual aún que visitar los acervos generales de las bibliotecas, lo es tener la posibilidad de consultar los acervos históricos que en muchas de estas bibliotecas se conservan. Los diarios antiguos, que son una de mis fuentes favoritas para investigar, casi siempre se conservan en las bibliotecas o hemerotecas públicas.

Los periódicos tienen una particularidad especial que los separa como documentos escritos radicalmente distintos a los libros e incluso a las revistas. Son el verdadero pulso de una sociedad congelado en un momento preciso. ¿Cuáles eran sus noticias? ¿Por qué eran esas sus noticias y no otras? ¿Qué escalas de valores nos revelan esos contenidos y esos discursos? ¿Qué anuncian?¿Cómo lo anuncian?

Ha sido mi particular interés empezar a reunir los contenidos científicos que hayan sido publicados en diarios antiguos, sobre todo diarios de circulación local o municipal en ciudades lejanas a la Ciudad de México. Así que con toda intención, siempre que tengo la oportunidad, reviso hemerotecas con acervos antiguos en algunas ciudades que visito. Hace algunas semanas me fue posible estar algunos días en Villahermosa, Tabasco. Gracias al Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Tabasco, en particular del Ing. Miguel Ángel Córdova León, Coordinador de Divulgación Científica (¡quien incluso me prestó una cámara fotográfica!).

En la Biblioteca “José María Pino Suárez” me auxiliaron enormemente su director el Prof. Manolo de Jesús Jiménez Sánchez, y los responsables del archivo histórico de su hemeroteca: Adriana Calcaneo, César Pedroza y Vicente Ávalos. Especial atención merece Manuel Caraveo Javier, ¡mil gracias a tan notable bibliotecario!

En una próxima publicación detallaré algunos maravillosos descubrimientos. Publicaciones que desde el nombre llaman la atención, como “Rumbo Nuevo”, que dicho sea de paso aún se publica. Agrego sólo dos breves observaciones que explican las fotos que anexo a mi publicación de hoy. La portada es de un diario que tuvo gran penetración en Tabasco, “El Hijo del Garabato”. En la foto de un titular del 28 de agosto de 1942 aparece una cita a la izquierda: [“Sin leña se apaga el fuego: y donde no hay chismoso cesa la contienda” Salomón]. En el periódico “Rumbo Nuevo” se publican también, más o menos en el mismo periodo de tiempo, numerosas citas y consignas en contra de los chismosos, atribuyéndoles incluso un carácter antipatriótico. Por otra parte, el anuncio, con foto, del Sanatorio Juchimán, no dista mucho de la forma y la intención de los actuales comerciales que se transmiten por televisión, con tintes de notas periodísticas o reportajes, incluyendo las “pruebas”, la “evidencia”, el “testimonio” de quienes ya han comprobado las bondades de los productos o servicios avalados por la “Ciencia”, con mayúscula. Este anuncio hace referencia además a la “Cirugía” (¡también con mayúscula!) y a los “modernísimos cuartos de internados”. ¡Es el discurso del progreso en 1942! ¡Y es con mucho nuestro propio discurso! ¡Gracias a los bibliotecarios que resguardan nuestra memoria!

sábado, 6 de noviembre de 2010

Jesús Díaz de León, divulgador de la ciencia del siglo XIX

"Hoy todas las clases sociales se agitan conmovidas por una fuerza misteriosa, hácia un ideal nunca satisfecho pero siempre lleno de nuevos halagos y atractivos. La instrucción es la piscina encantada donde los hombres se agrupan para curar si ignorancia y sus preocupaciones; es el mirage de un oasis divino en el cual los peregrinos del saber se deleitan arrullando sus ensueños y el cansancio de jornada fatigosas. El oráculo de Delfos ha enmudecido; los Brahaminos han escondido sus libros en los templos de Delhi; los rabinos ya no instruyen al pueblo desde las sinagogas; los descendientes de Confucio recorren las Universidades modernas; los sectarios de Aristóteles permanecen meditabundos en las aulas; los niños, en fin, han dejado de retener el sonido de las silabas al crujido de la disciplina que desgarraba sus carnes. Hoy la Ciencia puede decir al mundo como decía hace diez y nueve siglos la voz del apóstol: “ha brillado ya la aurora de redención;” si, porque la ciencia redime al espíritu de la esclavitud de la ignorancia, lo eleva, lo ennoblece y lo invita a tomar parte de los certámenes del progreso humano. Hoy, la voz de la ciencia llevada por el periodismo, se hace oir en todas partes; ella inspirara á la madre los sencillos consejos de la higiene para que pueda llenar debidamente los sublimes deberes de la educación física y moral de sus hijos; le enseña cuales son los ramos mas importantes que debe cultivar para que guíe con mano firme la primera enseñanza del alma infantil, que se desarrolla al calor de sus besos y se fortifica con la savia de sus preceptos; ella penetra en las escuelas y demuestra á los profesores los brillantes resultados de la enseñanza objetiva, del método y de la gimnástica de la inteligencia; ella busca al joven para inculcarle los primeros rudimentos de las leyes y de los fenómenos á que están sujetos todos los seres y todos los cuerpos del universo, despertándole al mismo tiempo la inclinación y el amor al saber; ella, en fin, se dirige al artista, al industrial, al hombre ilustrado para recordarles lo que han olvidado ó para admirarlos con los descubrimientos que los obreros de la ciencia van haciendo cada día en los talleres del genio.”

(Jesús Díaz de León, periódico “El Instructor”. 1 de mayo de 1884. Año 1, número 1. Aguascalientes, Aguascalientes.)

El español de fines del siglo XIX en Aguascalientes, México, tuvo particularidades que, ante un lector del año 2010, conlleva ecos de un pasado ya pasado. Lo relevante de los discursos de divulgación científica del periódico “El Instructor” es que el ansía de compartir el conocimiento y la ciencia con la mayor cantidad posible de personas es prácticamente el mismo en muchos divulgadores de la ciencia hoy en día. Afortunadamente también es el eje de instituciones y programas.

Jesús Díaz de León abrazó el quehacer de la divulgación científica y, hasta donde he podido constatar, en toda la historia del periodismo científico en México, es quien pudo mantener durante más tiempo el esfuerzo sostenido de un medio escrito destinado a comunicar conocimiento, destacando a la ciencia, de 1884 a 1907.

“El Instructor” estaba registrado ante la Administración de Correos como un artículo de segunda clase. Ex profeso indicaba “Este periódico se dedicará muy especialmente á la instrucción de las familias del pueblo. El INSTRUCTOR se ocupará también de poner al corriente á sus lectores en los progresos mas recientes de las ciencias, con sus aplicaciones á las artes y á la industria.” Las suscripción tenía un costo de 25 centavos por bimestre o bien el precio por los números sueltos era de 7 centavos. Se publicaban dos periódicos por mes.

La vida de Jesús Díaz de León fue de telenovela (¡y de las buenas!), desde que nació.

No tengo conocimiento de que se haya dilucidado quiénes fueron sus padres. Con seguridad tuvo madre, y aunque se desconozca el nombre, se especula que la dama en cuestión tuvo el acierto de dejar al recién nacido a las puertas de la casa del doctor Rafael Díaz de León, quien había sido gobernador de Aguascalientes. Dominga Ávila, esposa del exgobernador, se prendó del bebé y esta noble acción acaso marcó para siempre, y para bien, la vida de Jesús Díaz de León.

La holgada posición económica que tuvo le permitió estudiar, mucho para su época. También aprovechó los contactos y las redes sociales políticas y económicas para promover la cultura y la ciencia.

Un extraordinario grupo ha colaborado para investigar, compilar información, producir y finalmente dejar bien terminadas cápsulas de radio sobre divulgadores de la ciencia como Jesús Díaz de León. Rubén Escobar Blanco, pasante de la carrera de historia, hizo un gran trabajo en la investigación de gabinete, buscando en archivos históricos. Martín Bonfil y Clara Rojas, extraordinarios divulgadores con lustros de experiencia, sintetizaron la información para concentrar lo más relevante y significativo para ser divulgado. Mónica Genis elaboró los guiones para adaptarlos a la radio (¡es genial en ese campo!). Finalmente Pablo Flores y Esteban Estrada produjeron las voces, los efectos de sonido, la música, en fin, estos magos de la producción radiofónica para la divulgación de la ciencia, crearon una auténtica ventana para asomarnos al Aguascalientes decimonónico, a través de la vida y obra de un divulgador de la ciencia del siglo XIX, Jesús Díaz de León. Una cápsula del tiempo. Una cápsula de radio. Una cápsula para compartir.

Me enorgullece tanto conocer y colaborar con personas tan profesionales en sus campos de especialidad. Es para sentirse honrado ser parte de una institución que se preocupa y se ocupa en divulgar la ciencia. Es sorprendente que los sueños y anhelos particulares (afortunadamente de numerosas personas, aunque separadas) poco a poco hayan ido fraguando programas y proyectos conjuntos como la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM.

En este momento, que estoy en Hermosillo, mi tierra; que tuve la oportunidad de estar en la que también es mi Alma Mater, la Universidad de Sonora y que constaté también lo mucho que se ha logrado y pretende lograr en divulgación de la ciencia, porque se preocupan y ocupan en ello, me conmueve el que afortunadamente también se fraguan programas y proyectos (¡muy grandes, extraordinarios!) para la divulgación de la ciencia en todo México.

¡Estoy feliz!