miércoles, 18 de marzo de 2009

¡Feliz cumpleaños Bartolache!

El próximo 30 de marzo se cumplirán 270 años del nacimiento de José Ignacio Bartolache (originario de Guanajuato, México), autor de la primera publicación periódica dedicada a la medicina que circulara en América.

El primer número del Mercurio Volante con noticias importantes y curiosas sobre varios asuntos de física y medicina apareció el sábado 17 de octubre 1772. Esta serie periódica se propuso “comunicar al público en nuestro español vulgar algunas noticias curiosas e importantes y sean sobre varios asuntos de física y medicina, dos ciencias de cuya utilidad nadie dudó jamás”. Hasta el miércoles 10 de febrero de 1773 se publicaron 16 números, que podían obtenerse en el Cajoncillo de Libros frente al Portal de Mercaderes, en la Ciudad de México, a medio real cada pliego. Todavía hoy se puede caminar por la Plaza de Santo Domingo, en el centro de la Ciudad de la México, a unas cuantas cuadras de la estación del metro Zócalo. Con seguridad por esta plaza caminó el Doctor Bartolache hace más de dos siglos y medio para supervisar la edición de sus periódicos.

En los periódicos que conforman la serie de Mercurios publicados por Bartolache se abordaron tres temas relacionados con las ciencias físicas y doce con medicina.

Es difícil hasta hoy conocer con certeza el público que conoció esta publicación. Al decir del mismo autor algunos pliegos fueron a dar a manos de intelectuales que estaba mucho más lejos de la Ciudad de México, sin embargo aún no hemos encontrado constancia del impacto de esta publicación.

Lo que sí es claro es que por su precio el pliego no podía haber sido realmente apreciado por personas de un estrato social más bien bajo; ello considerando que supieran saber leer y escribir, lo cual tampoco era tan usual en estratos sociales bajos. Sin embargo, al menos en la Ciudad México, se tenía cierta tradición de personas, que si bien no tenían una estatus económico alto, habían sido educados. Tuvo gran tradición el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, fundado en 1536 por Fray Juan de Zumárraga, que se destacó por sus programas de estudio dirigidos también a los indios, por tener la primera biblioteca académica y por generar los primeros documentos y tratados serios y extensos sobre las Indias.

Bartolache desde el inicio de su proyecto deja en claro que habría de utilizar español vulgar, en un discurso sencillo y atendiendo a temas de interés general, pero sólo de física y medicina: “... he querido llamar Mercurio Volante a un pliego suelto que llevará noticias a todas partes, como un mensajero que anda a la ligera. Saldrá todos los miércoles, día en que parten de esta capital todos los correos del reino”. ¿Por qué no expuso una temática más amplia?: “Conozco mi limitación, que no me permite proponer un plan más vasto. Traten otros la historia, la geografía, las matemáticas, la poesía, etcétera, o si pueden la enciclopedia: tanto mejor para el público”.

El Mercurio Volante fue una iniciativa personal con recursos propios, y no pudo sostenerse más tiempo porque Bartolache ya no tuvo dinero para financiar tal empresa. Más de 230 años después las cosas no han cambiado mucho. Numerosos proyectos de divulgación científica, y culturales en general, se mantienen vivos gracias al recio empeño de quienes los hacen funcionar pese a todos los obstáculos y aún sin recibir el salario y reconocimiento que merecen por su labor.

En alguna ocasión les comentaba a algunos de mis amigos que no cabe duda que pareciera que los grandes proyectos de divulgación de la ciencia se mantienen gracias a los "mártires de la divulgación", no a políticas o iniciativas públicas consistentes que las integren a un proyecto educativo, formativo y en general de desarrollo que requiere el país.

De cualquier manera, ¡feliz cumpleaños José Ignacio Bartolache!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimada Libia:

No es fácil divulgar la ciencia, porque ello requiere del receptor un elemento indispensable: amor por el conocimeinto. Es un esfuerzo continuado, a largo plazo, nada fácil.

También resulta complicado que un gobierno con miras de corto plazo, se interese en invertir en cimientos, que tal vez hasta coseche en el futuro su adversario político. Y no lo digo por el presente gobierno, lo digo porque el político en general, siempre hace cuentas de cosoto beneficio. Beneficio suyo, quiero decir.

Pero, y aquí viene un pero alentador: los grandes cambios SIEMPRE han venido de la sociedad civil, muy raramente del gobierno. asi pues, los esfuerzos de gente como tú y tus colegas divulgadores, no deben claudicar, por el bien, como nunca, POR EL BIEN DE TODOS.

Un favor, si pudieras considerar esta sugerencia: el tipo de letra que escogiste para tu blog es muy apretado y pequeño, es dificil leerlo y tiende uno a dejar el parrafo sin leer. Si pudieras cambiarlo a otro tipo mas amable de letra, sería mas facil leer tus aportaciones.

Saludos.

Luis Martin Baltazar Ochoa

Libia E. Barajas Mariscal dijo...

Estimado Luis Martín:

¡Muchas gracias por tu atinado comentario sobre el diseño! Este tipo de cuestiones aún me son ajenas en algunos sentidos, y aunque cuento con la gran asesoría de algunos de mis amigos, hay detalles que se me van. Ahora mismo atiendo esa cuestión del diseño.

Sobre el otro punto, tienes razón en parte. Lo que me decepciona del caso es que la temporalidad que estoy tomando en cuenta es de prácticamente tres siglos. En el siglo XVIII, que nos ocupa en esta colaboración, México estaba casi a la par que Inglaterra, Francia y España, incluso que Alemania en algunos sentidos y por encima de Estados Unidos en muchos otros. Hoy la diferencia es abismal, y México está abajo, abajo, abajo, lo cual es muy lamentable. La ciencia en general, su desarrollo y su divulgación, nunca han sido realmente prioritarios para ningún gobierno, ni en el siglo XVIII, ni XIX, ni XX... ¡ojalá el XXI sea su siglo!

Tampoco parece haberlo sido para las monarquías, ni para los emperadores, ni para los primeros presidentes, ni para los actuales (salvo esporádicas y breves excepciones). No entiendo muy bien qué pasa en México, pero he leído suficiente historia como para deprimirme al ver que en el escenario de la realidad mexicana, durante siglos, se han presentado muy pocos cambios en el campo de la ciencia, parecería que sólo cambian los actores, el guión no tiene transformaciones radicales. Por supuesto, hago votos porque este siglo XXI sea el siglo de la ciencia, y su divulgación en México. Yo pondré mi granito de arena hasta donde me corresponda... e iniciaré cambiando la tipografía.

¡Mil gracias por tus comentarios!