viernes, 27 de marzo de 2009

Balbuceos de la divulgación científica en México

Un libro que tuvo cierto impacto en algunos círculos, sobre todo entre médicos, fue la Suma y recopilación de cirugía con un arte para sangrar, y examen de barberos, de Antonio López de Hinojosos (médico español radicado en México), publicado en 1578. La obra fue tan exitosa en el ambiente académico que tuvo una segunda edición en 1595. Hinojosos hace hincapié en su deseo dar a conocer al vulgo remedios médicos a males comunes:

"La grandísima lástima que de los enfermos, forasteros y necesitados tengo me hace salir a plaza y ver tantos libros de cirugía en romance y todos tan dificultosos que no sirven más de aquellos para quien se dedicaron, porque los demás todos carecen de romance, ni se entienden sus vocablos cuando son menester y son tan prolijos que ponen confusión y sus recetas, sin sacar provecho de ellos la gente vulgar sino los muy doctos. Y doliéndome yo de este, y por los que están fuera de esta ciudad y minas, y estancias, pueblos y partes remotas que carecen de los remedios convenientes, hice este libro, por que cualquiera que supiera leer hallara el remedio para la pasión y enfermedad que tuviere, que este libro de hace mención y sabrá la causa de qué padece, qué es hecha la tal enfermedad, y cómo se ha de curar, y si tuviera llagas viejas que hay remedios muy singulares nunca escritos y nuevamente experimentados, para las enfermedades, que a muchos que estaban ya imposibilitados de aprovecharles otra cura sino era la postrera de las unciones, los cure con mucha eficacia aprovechándoles y evitándoles tan dura y recia cura."

Sin embargo el lenguaje que utiliza se asemeja más a un discurso especializado médico de la época que a un discurso coloquial. No llegó a un mayor público por las limitaciones del lenguaje y aún más debido al costo que implicaba un libro y la problemática de su distribución (¿por qué me suenan tan familiares todavía este tipo de problemas, a más de 400 años de distancia?).

Ya casi al término del siglo XVII Carlos de Sigüenza y Góngora publicó en 1681 un pliego suelto con el que pretendía aclararle a la población que los cometas no ejercían ninguna influencia negativa en las personas, que eran un hecho natural, no sobrenatural:

"... las pestes y hambres que ha llorado España, la rebelión y alzamiento del Nuevo México, y cosas semejantes en otras provincias, de que aún no tenemos noticia, ¿qué cometa las detonó? Ninguno, porque ninguno se ha visto. Luego las que fueron consiguientes, tampoco las causará el cometa de ahora, aunque más autoridades se traigan para probarlo".

En este documento Sigüenza y Góngora explicó que el cometa visto en 1680 no causó, ni causaría, maleficio, daño o calamidad en nadie, porque era un fenómeno natural. El Manifiesto filosófico contra los cometas despojado del imperio que tenían sobre los tímidos, es a mi juicio el que en efecto sí podría considerase como el primer documento íntegro que se dedica a la divulgación científica, tanto por su discurso sencillo y una exposición de los hechos comprensible para un gran público, como por su formato, un pliego suelto al alcance de muchos. Hay aún mucho trabajo de investigación por hacer para corroborar el hecho, pero considero que tenemos por el momento sólidos elementos. La Libra astronómica y filosófica, libro que escribió a raíz de las controversias que se ocasionaron por su pliego suelto (el Manifiesto), no es un documento de divulgación, pero sin duda deja en evidencia todo lo que puede desprenderse de un atinado documento divulgativo.

Ya en el siglo XVIII Juan Ignacio María de Castorena Urzúa y Goyeneche (considerado el primer periodista de México), en 1722, incluyó en su Gaceta de México y noticias de Nueva España notas de divulgación científica. José Antonio de Alzate y Ramírez, quien es calificado como el primer periodista científico de México, publicó el 12 de marzo de 1768 el primer número del Diario Literario de México, del que se publicaron ocho números. En él, Alzate hace referencia a otras publicaciones de su época que en Europa ya consideraban noticias científicas, como el Diario de los sabios de España, las Memorias de la Academia de Ciencias de París, Berlín y Petersburgo, Transacciones filosóficas de Londres y Efemérides de los curiosos de Alemania. Dedica esta publicación al “Señor Público”, y explica que escribirá todo en español, para que cualquiera que supiera leer y escribir lo pudiera leer, ya que por entonces los textos que se consideraban de corte académico, científico o filosófico, se escribían usualmente en latín, la lengua culta. Invita a los eruditos y sabios a colaborar en esta magna obra y ofrece presentar al público la traducción de textos científicos escritos originalmente en otras lenguas, promesa que cumple cabalmente divulgando en español escritos de científicos de la época como Buffon y Fontanelle. Pese al cuidado que tuvo Alzate de no abordar temas económicos, políticos o religiosos que provocaran las sospechas de las autoridades el último número del Diario literario de México es del 10 de mayo de 1768, porque fue censurado. Pero su obra continuó por lustros. En próximas colaboraciones hablaremos de ello.

En el siglo XVIII, si bien es cierto que la mayor parte de la población en la Nueva España era analfabeta, se encontraban grupos significativamente educados. Y no sólo porque se instalaron instituciones que fomentaron la cultura, la intelectualidad criolla se afianzó y no sólo buscó información nueva, la creó. Retomaron a todos los clásicos griegos y se integraron sólidos grupos que utilizaban incluso el latín o el griego en la comunicación epistolar corriente. No pretendían que fuera una pose elitista, porque se ocuparon en hacer traducciones y adaptaciones que luego publicaban en los diarios. Consideraban que el dominar otras lenguas, y tener acceso a toda la información más completa posible de las fuentes originales, les otorgaba un pasaporte directo a las raíces mismas de la cultura humana, sin mediación de nadie, por supuesto, desvinculados de los españoles peninsulares. Ignacio Osorio, en su libro Conquistar el eco. La paradoja de la conciencia criolla aclara: “Cierto que el criollo aún no logra formular políticamente su diferencia; pero ésta está presente en múltiples manifestaciones culturales y religiosas. El orgullo de la riqueza americana y el culto a la guadalupana serán sus notas sobresalientes” (1989:33), y en efecto, la riqueza natural e intelectual americana se revelan en los primeros diarios ilustrados de América. Muy orgullosos estaban ¡y con razón!

No hay comentarios: