sábado, 17 de abril de 2010

Comte vs Condorcet: la verdad sospechosa


El concepto de verdad siempre ha tenido una relación intrínseca con el de ciencia, porque, a partir del periodo de la Ilustración, se asume que el conocimiento científico sí es verdadero en contraposición con otro tipo de conocimientos, como el religioso, que no tiene ningún sustento objetivo.

Analizaremos en esta breve exposición algunas las similitudes y contrastes que se pueden identificar en la Lección Segunda, del Curso de Filosofía Positiva de Comte y de la Quinta a la Octava Época del Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos de la humanidad de Condorcet.

De la revisión de estos documentos, pude identificar tres líneas generales de análisis:
- de cómo llegar a la verdad,
- de cómo se transmite la verdad y
- de cómo progresa la verdad.

Este pretencioso análisis si bien no representa más que una propuesta parcial para el análisis detallado de ambos autores, considero que arroja luz sobre uno de los rubros que aún se encuentran sometidos a los más rigurosos estudios en el campo de la ciencia, tanto su ser como su hacer: la verdad.

De cómo llegar a la verdad

Condorcet asume que una manera de llegar a la verdad es a partir de discusiones prolongadas, que son las únicas que pueden aportar una luz segura en las cuestiones dudosas y asentar sobre una base inquebrantable esas verdades que, por ser demasiado abstractas, demasiado ajenas a los prejuicios, habrían acabado por ser desconocidas y olvidadas. Asimismo sostiene que la observación es uno de los pilares de la verdad que puede obtenerse de la realidad de los hechos.

Comte, por su parte, si bien también destaca las aportaciones de Bacon en cuanto a las especificación de los pasos del método científico, dentro del cual la observación asume una posición relevante, subraya el hecho de que la mera observación de los hechos, sin el aparato metodológico adecuado a cada ciencia, puede conducir a errores.

En este sentido, aunque ambos autores apelan a la separación de las ciencias, para caracterizarlas en ocasiones en lo individual, pero sobre todo, para identificar aquello que las une, es Comte quien sí subraya la relevancia de las identidades que pueden modificar los criterios de veracidad o verosimilitud de los hechos que conciernen a ramas particulares como la química, la fisiología, las matemáticas y la mineralogía.

Otra de las líneas relevantes que toman en cuenta ambos autores es la introducción de las matemáticas, y más precisamente del cálculo, no sólo en la observación y medición de los hechos que se analizan, sino en la predicción de los fenómenos. Dicho sea de paso, la inclusión del cálculo en la predicción parece ser uno de los rubros más novedosos que se ponen de manifiesto, dado que hasta ese momento muy poco se había abordado sobre el carácter predictivo del conocimiento científico; si bien ya no se ponía en duda el carácter explicativo (incluso desde los griegos), el predecir cómo debería ocurrir tal o cual hecho a partir de una teoría estaba apenas saliendo a la luz.

Algo que no queda muy claro en Condorcet, pero que Comte sí pondera en su disertación, es la injerencia de lo que llama las concepciones fundamentales, que dicho de otra manera, no son más que verdades irrebatibles y evidentes. El autor no lleva su exposición del punto hasta sus últimas consecuencias, y ni siquiera define qué es una concepción fundamental, sin embargo, queda claro que para él, el conocimiento de las leyes de los fenómenos naturales de alguna manera se encuentran ligados intrínsecamente al fenómeno en sí, y que si es posible abordar su estudio con los mejores medios es posible conocerlos en su verdadera esencia.

Otro aspecto también desarrollado en Comte, y que no se encuentra en Condorcet, es lo que llama el orden histórico vs el orden dogmático. Según su concepción, el orden histórico, que consiste en la sucesión cronológica de lo hechos (suponiendo con ello que un corte sincrónico que justificara el progreso de una ciencia, o de las ciencias en lo general), se va dejando de lado para privilegiar el orden dogmático, en el que se destaca una postura más crítica y analítica ante el hecho, ya que analiza las concepciones que se tienen, las contrasta con otras desde un punto de vista más objetivo, y revisa la plausibilidad de la explicación del fenómeno, por lo que considera que éste, el orden dogmático, se encuentra por encima del orden histórico.

Comte es el único que hace una diferencia muy clara entre el grado de certeza y el grado de precisión de la verdad que se pone de manifiesto en el hecho que se pretende explicar. Esto es importante porque de alguna manera apela por mucho a características ontológicas con las que tradicionalmente se ha identificado la verdad: una proposición completamente absurda puede ser extremadamente precisa… y una proposición muy cierta puede ser de una precisión mediocre, como por ejemplo cuando se afirma que todo hombre morirá. Con ello Comte afirma que la verdad que debe contener todo conocimiento científico tiene algo más de lo que Condorcet propone: importancia en sus aplicaciones inmediatas.

De cómo se transmite la verdad

En el asunto de la transmisión de la verdad, Condorcet es muy elocuente con el papel de la imprenta: ¿Cómo en esa multitud de libros diversos, de ejemplares de un mismo libro, de reimpresiones que, en unos instantes, hacen que renazca de sus cenizas, se pueden cerrar bastante rigurosamente todas las puertas por las que la verdad trata de introducirse?, además dedica algunos párrafos a explicar la relevancia que tiene la introducción y el paulatino incremento del uso de las lenguas vulgares en la redacción de los libros de ciencia, dado que con ello se facilita el acceso de este tipo de conocimiento a muchas más personas, aunque admite que los sabios deben aprender más lenguas, sin embargo supedita el bien público de facilitar el acceso al conocimiento a ese hecho.

Condorcet además establece una digamos saludable relación entre los sistemas democráticos (o democratizadores) que ya empezaban a gestarse, con la facilidades que éstos sistemas por sí mismos proporcionaban a la población no sólo para tener acceso a las verdades reveladas por el conocimiento científico, más aún, subraya que esto facilita el progreso del la verdad, dado que proporciona las personas el respaldo social necesario para intervenir en la interpretación e incluso proposición social de nuevas verdades, que una vez puestas a consideración de los órganos colegiados pertinentes, pudieran ser consideradas por todos como verdades científicas consensuadas.

Comte por su parte habla poco de la transmisión de la verdad, aunque hace mención de la importancia del proceso educativo como un eslabón indispensable para que los hombres de ciencia tengan conocimiento del estado en el cual se encuentra algún fenómeno o ciencia específico y tengan en consideración esos presupuestos, para que, por ello, realmente propongan interpretaciones que representen un avance con respecto al conocimiento anterior.

Comte y Codorcet, por igual, aunque con discursos distintos, toman en cuenta el proceso de transmisión de las verdades de la ciencia, y de cómo este flujo y contrareflujo genera otras nuevas verdades que sustituyen a las anteriores. Esta comunicación, en Comte, también considera la intercomunicación entre las distintas disciplinas, o ciencias, de manera que asume que ni siquiera es posible abordar objetivamente el análisis de un hecho social si antes no se tienen antecedentes y conocimientos de astronomía, física, química y fisiología, por sólo mencionar algunas.

De cómo progresa la verdad

Ambos autores coinciden en identificar como un enemigo común del progreso de la verdad del conocimiento científico a las instituciones sociales inquisidoras, dado que consideran que dichas verdades hieren sus intereses. Por otra parte, también coinciden en manifestar, con menos empacho Condorcet que Comte, que la verdad que se tenía hasta cierto punto, o estadio histórico de algo, bien puede ser sustituido por una verdad nueva, por lo que la transición de las verdades viejas a las nuevas no tienen porque representar un ejercicio poco respetuoso hacia la esencia de la ciencia, más aún, la esencia de la ciencia: la verdad, es sublimada cada que se acercan más el fenómeno y su verdadera explicación, y si ello implica desbancar a la anterior verdad, ¡habrá que hacerlo!

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