domingo, 1 de mayo de 2011

José Echegaray y su "Ciencia popular"




Debo confesar que me encantan las librerías de segunda mano, o como se les dice coloquialmente en México, "librerías de viejo". De vez en vez ahorro lo suficiente y acudo a algunas ubicadas en el centro de la Ciudad de México.

Después de horas revisando estantes, sentada en el suelo, con el pantalón de mezclilla empolvado y las manos negras, en muchas ocasiones tengo que hacer el mismo lastimoso ejercicio de decisión que se debe hacer con frecuencia en las expediciones para colectar fósiles, la mochila está tan pesada que hay que quedarse con "los más bonitos" o "significativos", y dejar los otros. En el caso de los libros la cartera es la que no soporta más carga, y siempre se tienen que dejar algunos.

Fue una suerte que encontrara, y que pudiera comprar, en una excursión a una librería de viejo, el libro: "Ciencia popular. Artículos de vulgarización de la ciencia" del español José Echegaray y Eizaguirre (1832-1916). El libro que encontré al parecer es una reedición, de 1928.

Echagaray fue el primer español en recibir el Premio Nobel de Literatura, en 1904. Fue ingeniero y se destacó en diferentes campos de la ciencia, en especial en matemáticas y física.

Lo interesante de la breve nota que les compartiré sobre el libro que encontré es que es una edición que en su tiempo no se vendió, al menos no esta edición que encontré. Una de las primeras páginas, al inicio, indica: "La presente edición consta de mil quinientos ejemplares, de los cuales se han cedido setecientos cincuenta, es decir, la mitad de la tirada, a las herederos de la familia de Don José Echegaray, según convenio particular, y como pago de los derechos que les corresponden en la obra Ciencia Popular. Este libro no se da hoy a la estampa con objeto alguno lucrativo, sino tan sólo con el fin desinteresado de ayudar a la divulgación de conocimientos de gran utilidad en la vida moderna, escritos con profunda sabiduría y en estilo ameno, al alcance de todo el mundo. Por tanto este volúmen no se vende. Está destinado, en la parte que pertenece a la empresa que lo editó, a repartirse como regalo a determinadas personas".

La empresa a que se refiere es la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey.

El primer artículo del libro, del cual coloco la primera página escaneada al inicio de este blog, no puede ser más adecuado, habla de lo ilusorio que puede ser el deseo humano y la realidad que la ciencia puede revelar, y como con frecuencia una se opone a la otra: "No hay que negarlo. La ciencia es implacable, y al parecer es fría y árida y mata muchas ilusiones", escribe en otra página dentro de la misma disertación.

Sin embargo, concluye: "Y estas reflexiones provisionales nos conducen a no despreciar con excesiva precipitación lo que antes llamábamos ilusiones, y a no convertirnos en adoradores ciegos y fanáticos de esas pretendidas realidades, que casi son ilusiones de andamiaje científico... No exageremos, por tanto, la oposición que al empezar este artículo mostrábamos entre las realidades y las ilusiones"; ¡una excelente recomendación aún vigente!

¡Hasta la próxima entrega!

4 comentarios:

David Temper dijo...

Genial el libro!
Me recordó una frase de un cuento de ciencia ficción, puesta en labios de un astronauta: "Al salir al espacio, hay que imaginar que se está viendo hacia ARRIBA, ya que si se piensa que uno esta viendo hacia abajo, viene el miedo y el mareo".

Es decir, no ver el espacio como un abismo bajo los propios pies... :O

Idealmente lo traduzco en que hay que observar la complejidad como un universo de posibilidades, no como una infinitud de fallas a nuestras expectativas arbitrarias... y la ciencia como medio para pulir la expectativa y así discernir la intersección entre lo deseado, lo necesario y lo naturalmente asequible.

Es decir, hacer realidad la ilusión, al hacer cambios graduales a uno y otro aspecto.

Saludos!

Libia E. Barajas Mariscal dijo...

¡Sí muy lindo el libro! Me encantaría que me pagaran por investigar los entuertos de estos libros maravillosos... pero bueno, ya será. Por lo pronto hacemos lo que podemos, y sobre todo, procuro dar a conocer aunque sea retacitos de discursos históricos de divulgación de la ciencia.

¡Excelente simil con lo del espacio! ¡Gracias por escribir!

Concepción dijo...

Libia:
El tema central de la idea que describe Echegaray es sorprendentemente actual. Me encanta la metáfora de los polos para describir las ilusiones y las realidades. Sin imaginación y fantasia no hay ciencia, pero la ciencia se encarga de dimensionar la realidad con resultados probados.

Te deseo que sigas teniendo tan buena suerte para "pescar" esas joyas bibliográficas y más tiempo para dedicarte a ellas. Pero que bueno que las compartes con nosotros en fragmentos.

Harry Potter:
No solamente los astronautas experimentan esa desorientación, mareo y miedo. A mi me pasaba buceando, sobre todo cuando saltaba al mar en un lugar donde el fondo no se ve, ni hay arrecifes ni nada. Es una sensación desconocida como la que citas. Flotar sumergido en azul, con partículas de sedimento y organismos marinos minúsculos, el movimiento del mar, el sonido bajo el agua, en fin, todo te catapulta a un espacio donde aprendes a conocer sensaciones nuevas, sin coordenadas ni puntos de apoyo. Sensacional.

Por otra parte, me gusta mucho tu interpretación de la cita.

Saludos a ambos, hasta pronto
M.

Libia E. Barajas Mariscal dijo...

¡Exacto! Es un esfuerzo continuo por transitar entre los dos polos, sin quedarse en ninguno, porque cualquier posición radical anularía el espíritu de la ciencia misma, porque creo que su espíritu es una esencia de que se mueve y se agita, como el mismo espíritu del hombre...

¡Y que siga la buena pesca!