viernes, 12 de agosto de 2011

Piorrea, ¿la pio… qué? ¡rrea! ¡Ah!



La piorrea es una enfermedad de los dientes; sí de los dientes, aunque suene a otro tipo de enfermedad.

La terminología médica ha cambiado mucho en los últimos cincuenta años. Alguna vez alguien me comentaba que antes no existían muchas enfermedades que hoy “matan a tantos”; “¿Ah, sí?”, repuse intrigada, “¿cuáles?”; “El cáncer, los niños que nacen con deformidades, las caries… además, ¡ahora hay tanto estrés!” ¡Por supuesto!, pensé, sólo lo pensé, no fui tan descortés de decir palabra, en las terribles guerras que han asolado al hombres (desde la más remota antigüedad), la población no se estresaba, no importaba si el sitio duraba días, semanas, meses, ¡o años! (como las cruzadas), como el estrés no existía, ¡todo era tan diferente! Parece que aún perdura el dominio del “todo tiempo pasado fu mejor”.

No cabe duda que lo que no se nombra no existe. La palabra tiene un poder, quizá absoluto, sobre la realidad. Muchas enfermedades, aunque existan, como tenían otro nombre, parecería que nunca existieron.

Sin duda miles de humanos de siglos pasados han muerto de cáncer, enfermedades vinculadas al estrés; y muchas criaturas recién nacidas vieron sus vidas truncadas drásticamente porque tenían alguna deformidad evidente, incluyendo el Síndrome de Down, así es que morían a manos de la misma partera.

Los problemas dentales representaron sin duda un gran sufrimiento. Los aztecas creían que las caries las causaban los cambios bruscos de temperatura, calor y frío, por lo que recomendaban tomar alimentos tibios y no consumir aquellos que de por sí consideraban “calientes” o “fríos”. En otras civilizaciones antiguas se creía que las caries eran provocadas por gusanos dentarios, que se los comían.

Actualmente la piorrea se denomina más comúnmente como periodontitis. Como las “itis” con las que estamos familiarizados, en efecto, es una inflamación. Empieza como una inflamación y sangrado de las encías, gingivitis. Si la afección se hace crónica la piorrea hace su aparición, con el riesgo de incluso perder los dientes, literalmente, se caen solos.

Desde finales del siglo XIX se desarrolló una notable industria farmacéutica que se valió de campañas publicitarias y discursos en los que se ponderaba las virtudes de la ciencia aplicada y, porque no admitirlo, una imagen en la que los productos de esta índole, generados en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos, eran mejores.

Para muestra un botón. En el periódico “Mercurio”, de 1922, que se publicaba en Oaxaca, aparece un anunció de una pasta dental: Forhan’s. El anuncio garantiza que es la original, creada por un médico del mismo apellido, Dr. Forhan. Asimismo el anuncio acude al poder de las estadísticas: “cuatro de cada cinco adultos padecen de piorrea: encías dañadas”.

Entonces, como ahora en muchos anuncios, tampoco se detalla nada sobre los ingredientes o la manera en que actúa el maravilloso producto, sólo se hace hincapié en que “contiene el famoso astringente del Dr. Forhan que protege las encías y las defiende contra infecciones”. Es particular que aparezca aquí “astringente”, como un descriptor de los beneficios de la pasta. En efecto, un astringente ayuda a que se cierren los pequeñísimos tejidos y por ende el sangrado de las encías, y aunque el efecto en si mismo no implica una curación, sí es una consecuencia deseable.

El anuncio, tanto en su formato como en su contenido, no es muy distinto a los que circulaban más o menos por misma época en Estados Unidos.

En una somera búsqueda de comerciales actuales en Internet no encontré ni uno solo, como éstos anuncios, que hagan referencia a la piorrea. Lo encontré sólo en un par de anuncios cuyo giro es más bien la de ofrecer productos naturistas, “con sabor de antaño”; también aparece en algunos foros sociales, pero se usa muy poco en sitios especializados o no está en ningún comercial actual en el que se pretenda proyectar una imagen moderna de la ciencia. Sin duda porque suena más médico, científico y actual hablar de una periodontitis que de una piorrea. Empieza a convertirse en una enfermedad del pasado, ¡aunque siga existiendo!

2 comentarios:

Concepción dijo...

Querida Libia,

las visitas a la hemeroteca son una verdadera aventura. Me encanta tu entrada y los tesoros que sacaste de los diarios de otros tiempos.

Es cierto, yo también he escuchado esos comentarios sobre las enfermedades supuestamente "nuevas", antes alguien podría decir simplemente "me duele la panza", ahora puede decir "tengo gastritis" o cualquier otro pacecimiento. A primera vista podría suponerse que antes no había gastritis y ahora sí, pero no es así.

Regresando a los dientes y los dentríficos, hace unas semanas leí algo sobre una campana de los 1920s, para prevenir la tuberculosis a través de la adecuada higiene de la boca. Las ilustraciones son una maravilla, no pretenden vender, sino crear un hábito, sobre todo, entre la población infantil y juvenil. Puedes ver las postales aqui:

http://blog.europeana.eu/2011/07/now-brush-your-teeth/

Hasta pronto
C.

Libia E. Barajas Mariscal dijo...

¡Qué maravillosas ilustraciones! Sí una hemeroteca con documentos viejos es una auténtica entrada con los dos pies a otro mundo, completito, hay comerciales, noticias de todo tipo, ilustraciones, discursos de todo tipo, sobre todo coloquial, ¡una auténtica máquina del tiempo! ¡Ya verán nuestros bisnietos qué enfermedades se crean y cuántas más desaparecerán!¡Saludos hasta el otro lado del océano!