El gran “Coloso de Santa Úrsula” fue un proyecto que se pasó del presupuesto inicial por mucho (qué raro que suceda eso México). En 1962 se dijo que iba a costar 95 millones de pesos (¡de aquellos pesos!); para 1966, todavía sin terminar, ya se habían gastado 200 millones de pesos… y aún faltaban “detalles” para poder dar la patada inaugural.
En la historia del Estadio Azteca encontré algo genial:
Sí… hablan de Azcárraga, el mismo de Televisa, donde era Vicepresidente Guillermo Cañedo. Ambos, Azcárraga y Cañedo, fueron grandes impulsores del futbol en México, acaso los principales. Ambos remontaron al futbol a terrenos económicos de impacto mundial, ya que propusieron modelos no sólo autofinanciables para el futbol nacional, sino para las copas mundiales, para que un "simple" deporte se convirtieran en el gran negocio que ahora es el futbol. Guillermo Cañedo White, hijo de aquel Cañedo de los años 60, es el actual presidente del Club América.
En un comentario del día de ayer Matalote escribió: ¿Qué efecto tendría por ejemplo, una conferencia magistral de Mario Molina en el Estadio Azteca? ¿Se agotarían los boletos? ¿Se transmitiría por televisión abierta? No se trata de poner a los científicos en el circo para entretener al público, sino de sacarlos de las torres de marfil y acercar su materia de estudio al ciudadano de a pie. Sería un experimento interesante.
¡Exacto! ¡Yo no puedo decirlo mejor!
No estoy muy segura si alguien como Azcárraga debe poner sus millones e influencias a trabajar (porque no fue cuestión sólo de dinero), y decida participar directamente en la ciencia, con una visión plena de hacer algo grande, algo que deba sacudir a la ciencia mexicana, que está en la antesala del profesionalismo… donde ha estado décadas, si no es que al menos un par de siglos... en la misma antesala… de ahí no ha pasado.
Cuando conversé con el técnico “neófito en futbol” que tan amablemente me ilustró en dicho deporte, agregó, a su respuesta a mi pregunta de a qué científicos mexicanos conocía (y que sólo nombró a uno): “Es que en esos lugares (los institutos de investigación), nunca hablan con uno; ni las secretarias; como si no quisieran que uno estuviera ahí”. Cuando cruzo esa respuesta con la “torre de marfil” y el que el mismo técnico comentara que el Cuau “tiene mentalidad” porque ha sabido “llegarle a la gente”, y no se le ha “subido”, entiendo porque la ciencia no ha llegado masivamente ni siquiera a unos cientos de miles de personas, ¡ya quisieramos que moviera a un par de millones!
En el Proyecto 2061 se enfatiza que la enseñanza de la ciencia debe extenderse más allá de la escuela: “Los niños aprenden de sus familias, compañeros, amistades y maestros. Aprenden el cine, la televisión, la radio, los discos, los libros y las revistas comerciales y las computadoras personales, y de visitas a museos y zoológicos; de asistir a fiestas, reuniones de club, conciertos de rock y encuentros deportivos, así como de la escuela y del ambiente escolar en general…. es importante que los profesores (de ciencia) reconozcan que si algo de lo que los estudiantes aprenden de manera informal está equivocado, incompleto, no comprendido a cabalidad o mal entendido, la educación formal puede ayudarlos a reestructurar ese conocimiento y adquirir conocimiento nuevo” (p. 213)… además hay otro asunto más muy interesante: “… el aprendizaje efectivo con frecuencia requiere más que sólo hacer múltiples conexiones de las ideas nuevas con las antiguas… los estudiantes llegan a la escuela con sus propias ideas, algunas correctas y otras incorrectas, sobre prácticamente cualquier tema. Si la intuición y las concepciones erróneas de los alumnos se pasan por alto o se descartan sin ninguna explicación, sus ideas originales tienden a prevalecer, aun cuando puedan dar las respuestas de la prueba que quieren sus maestros. La mera contradicción no es suficiente; se debe estimular a los estudiantes para que desarrollen nuevas perspectivas para lograr una mejor visión del mundo” (p.205).
No sé de cierto si una mejor visión del mundo del futbol, o una prueba de lo interiorizado que está el futbol en la cultura, es que todo un estadio, con más de cien mil almas, comprenda, juzgue e intervenga tanto en un juego que grite al unísono “¡Expulsación!” o "¡Arbitro vendido!"… ¡mañana concluímos!