miércoles, 30 de marzo de 2011

Cultura futbolera y divulgación de la ciencia (II)


El futbol lleva en México poco más de cien años, prácticamente el mismo tiempo que lleva en el resto del mundo. Su desarrollo remontó mucho más rápido en países europeos que en Latinoamérica, pero finalmente de este lado del océano no nos quedamos atrás.

De ser un deporte que se practicaba sin mayor estructura, se sistematizó mundialmente, y se diversificó en muchísimas vertientes que ahora incluyen al futbol como negocio, como espectáculo, ¡como orgullo nacional!

Las primeras masificaciones del futbol se dieron a partir de los copas del mundo de los años 60, cuando apareció la primera mascota (1966, el león Willie). Su masificación incluyó no sólo a las mascotas, entonces sólo un breve recurso de popularización y mercadotecnia, sino que sumó a los grandes medios de comunicación, a empresarios y a comunicadores, entre muchos otros factores técnicos y normativos. En México, Ángel Fernández nació y se consolidó como cronista deportivo especializado en futbol precisamente en esta misma década. Se había iniciado en el periodismo general hacia los años 40, del cual pasó a la fuente deportiva, donde atendió con particular ahínco lo referente al box y al béisbol.

El boom futbolero para México fue la copa de 1986. La sociedad mexicana, particularmente sensibilizada por el terremoto de 1985, necesitaba elementos de cohesión, y el futbol se los ofreció, ¡incluso nació la famosa ola! Entonces ya Ángel Fernández era una institución del futbol, quien popularizó las frases: “A todos los que aman y a todos los quieren el futbol” y “El juego del hombre”.

Yo no sé mucho de futbol. Para escribir estas breves líneas me apliqué a leer sobre vastos aspectos del futbol que desconozco. En el video de Ángel Fernández que revisé me percaté que presentaba a “El Gato” Miguel Marín. Justo cuando estaba revisando ese sitio en Internet llegó el técnico que arregla las copiadoras; viene de una empresa externa a la universidad, un señor como de 35 años de edad. Le pregunté si sabía algo de futbol, me dijo que muy poco. Agregué que seguro sabía más que yo, y que si me permitía hacerle algunas preguntas. Disculpándose de antemano por su ignorancia en el tema (abundó que precisamente por eso no le iba a ningún equipo, porque no era “tan aficionado”), accedió a responder. "¿Quién es “El Gato” Miguel Marín?", le pregunté.

¡Qué cátedra de futbol me dieron!

Miguel Marín fue portero del América, uno de los mejores porteros que ha visto el futbol mexicano (si no es que el mejor). También lo llamaron Superman, precisamente Ángel Fernández lo bautizó así. Murió muy joven en 1991. Pero el América, aunque ha tenido muy buenos jugadores, no es un buen formador de jugadores. Para buenas canteras de jugadores de futbol (a juicio de mi entrevistado), están los equipos Atlas, Pumas (¡tenía que ser!), Pachuca y Chivas; en primer lugar el Atlas. “¿Pero el Cuau, es del América, no?”, pregunté… “Bueno, me explicó, el Cuau realmente no ha sido un buen jugador, pero “tiene mentalidad”, por eso ha destacado en el futbol. Buenos jugadores son Salcido, que juega en Holanda, y “El Chicharito”. Por cierto que el abuelo y el papá de “El Chicharito” fueron también jugadores y por eso le inculcaron una excelente preparación.

De esto, y muchísimo más, me enteré de alguien que se reconoce como un “no aficionado” y poco conocedor del futbol mexicano. Para terminar agregué: “Oiga, a usted lo envían de su empresa a todos los institutos de la UNAM, ¿verdad?”, respondió que sí. “Yo lo he visto durante años, agregué, así es que me podrá decir, ¿a qué investigadores o científicos mexicanos conoce?”. El hombre calló largo rato. “Bueno”, dijo al fin, “me ha tocado ver cuando graban unos programas de televisión del director de aquí, el Dr. Drucker…”, calló otro tiempo, “creo que Monsiváis también estaba aquí, ¿no?”. Se refería a un aquí la UNAM. No dijo más nombres.

El Proyecto 2061, auspiciado por la American Association for the Advancement of Science, cuyo nombre hace referencia al año en que volverá a verse el cometa Halley, pretende lograr para dicho año una formación científica básica para todos los ciudadanos norteamericanos, el fin es consolidar una cultura científica, en Estados Unidos.

En 1997 la Secretaría de Educación Pública compiló en el libro Ciencia: conocimiento para todos, los principios de este proyecto y expuso (¡hermoso discurso!), su intención se sumarse a los mismos postulados del Proyecto 2061 para que en México pase lo mismo, que tengamos una sólida cultura científica. Se pretende que el ciudadano común comprenda los conceptos y principios científicos clave, que esté familiarizado con la naturaleza y procesos de la ciencia… explican que un ciudadano con pensamiento científico “podrá ser más crítico ante diferentes situaciones, así como enfrentar problemas de diferente índole, y con ello tomar decisiones con más información y sólidos elementos” (p. xvii).

De 1997 a la fecha poco hemos visto, en México, que evidencie una cultura científica. Cualquier ciudadano “de a pie” dicta cátedra de futbol e incluso puede opinar, con sólidos argumentos, sobre jugadores que no son contemporáneos a él (como “El Gato” Miguel Marín), ¡amén de los que le son contemporáneos! Sabe de dónde surgen (y cómo) los buenos jugadores, reconoce matices entre los diferentes equipos a lo largo del tiempo y con pelos y señales evalúa la temporada en curso. Sin embargo, aún estando vinculado estrechamente con la UNAM (supuestamente), por su trabajo, ni siquiera recuerda el nombre del Premio Nobel Mario Molina (¡Premio Nobel!)... nuestra pobre ciencia mexicana, como bien lo escribiría Martín Bonfil… y de esto continuaremos hablando mañana.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos Mtra. Libia: la felicito por su blog. Mientras lo leía me parecio terrible el que tengamos más futbol en nuestras mentes que ciencia. Bueno eso lo sabemos sin hacer ciencia. La verdad me parece que la ciencia no podría competir contra algo masivo como el futbol. Es una lucha entre desiguales. A lo mejor la ciencia en vez de "gustar" y ser masiva tenga mayor impacto en México si la vemos con ojos divertidos, imaginativos y cretivos.

Saludos :)

Ismael Isassi

Libia E. Barajas Mariscal dijo...

¡Ese es el punto! ¿Por qué el futbol es masivo, en México sobre todo, y la ciencia no? De algo hablaremos mañana, para cerrar el ciclo de esta semana. En 1960 el futbol no era masivo, y en México tampoco era tan popular en 1986... el impacto masivo se fabricó, como debería irse fabricando para la ciencia... como lo han hecho en otros países. ¡Gracias por tus palabras!

Concepción dijo...

Libia:
Coincido contigo en la masificacióno del futbol. Es el famoso circo sin pan que se sirve en los hogares mexicanos.
Y bueno, el fenómeno comercial del futbol es de carácter internacional. Resulta ridículo los millones de pesos y euros en los que se cotizan los futbolistas y lo que ganan anualmente. Con esos sueldos sólo pueden soñar los científicos de todo el mundo. Y de la fama o reconocimiento ni se diga.
La presencia de los científicos y la ciencia mexicana en los medios masivos siempre se ha limitado a la programación matutina o a la media noche. Pareciera que los científicos no se dejan ver o no los alumbran los reflectores de los estudios de tv.
Qué efecto tendría por ejemplo, una conferencia magistral de Mario Molina en el Estadio Azteca? Se agotarían los boletos, se transmitiría por televisión abierta? No se trata de poner a los científicos en el circo para entretener al público, sino de sacarlos de las torres de márfil y acercar su materia de estudio al ciudadano de a pie. Sería un experimento interesante.

Saludos

Libia E. Barajas Mariscal dijo...

Lo del circo sin pan es cierto en parte, porque en efecto el futbol podría ser una buen deporte nacional, que alejara a nuestros niños y jóvenes de la obesidad y que permitiera que muchísimas más personas participaran del negocio, y por lo tanto, que compartieran sus ganancias para ellos y para sus familias, no sólo la pequeña elite que domina al futbol mexicano (no sí si lo mismo pase en otros países). Pero retomo precisamente algunos de tus comentarios parsa continuar la disertación... ¡y algunas de tus buenas ideas!