viernes, 24 de junio de 2011

La divulgación del riesgo (II)

Mi madre dice algo que quizá todas las madres lo saben: los pequeños de menos de cinco años, si no se le vigila lo necesario, se pueden matar solos. No miden las consecuencias de sus propios actos y tampoco reconocen en el ambiente un riesgo.

En estudios especializados sobre el riesgo se afirma que es multidimensional, y no puede reducirse a un simple compendio de probabilidades y consecuencias. Y es cierto. Uno nunca sabe si estás absolutamente seguro en x o y circunstancias… quizá porque nunca lo estás.

En algunos estudios realizados sobre acontecimientos aciagos, menos “naturales” que un tsunami, como ser asaltado cuando caminas por una calle solitaria por la noche, la mayoría de las víctimas repite una frase al relatar el suceso: “no creí que a mí me fuera a pasar” o “nunca me imaginé que me pudiera suceder”.

Ese “creer”, “pensar”,”saber”, “imaginarse”, no implica que las personas realmente no lo supieran. Sólo un reducidísimo número de víctimas realmente ignoraba la posibilidad de lo que padeció.

En la tesis doctoral de Natalí González, La comunicación del riesgo en la prensa escrita: un estudio del tratamiento informativo del naufragio del petrolero ‘Prestige’ en los diarios ‘El País’ y ‘El Mundo’, la autora expone ampliamente las opciones de definición, y más aún, de percepción del riesgo. Explica que la idea de riesgo implica la probabilidad de sufrir algún daño, o de obtener un resultado negativo.

En 2009 escribí una entrada en este mismo blog sobre los sustantivos abstractos, y una más, ese mismo año, sobre la construcción de la realidad a través del discurso, cuyo contexto fue la contingencia por la influenza de abril de 2009.

Pues bien, para empezar las definiciones de riesgo, prácticamente cualquiera de ellas, incluye una cantidad impresionante de sustantivos abstractos, que nos remiten a “inmaterialidades” que sólo el discurso puede corporeizar, y por tanto, la forma final tendrá todas las subjetividades (creencias, filiaciones, prejuicios, etc.), de su creador.

Hay una disertación inicial sobre el riesgo en la tesis de Natalí González que considero relevante: “…cuando las personas se enfrentan a una situación de riesgo lo que realmente evalúan son “las características o los atributos de los peligros como pueden ser, entre otros, su potencial catastrófico, el carácter voluntario o no de la exposición a los mismos y el grado de confianza o credibilidad que inspiran las instituciones que intervienen en su gestión” (Puy, 1995, p.39). Además, los problemas que afectan a los legos y sobre los que tienen que tomar decisiones suelen diferir, en buena medida, con los que se enfrentan los científicos a la hora de estimar la probabilidad de que un determinado riesgo se materialice (Fischhoff, 1989). Los individuos también pueden estar en desacuerdo con los científicos con respecto a un riesgo en particular, no sólo por la posible o probable ocurrencia del mismo, sino por el tipo y el conjunto de consecuencias que se deben tomar en consideración. Por otra parte, la información sobre la cual los individuos toman sus decisiones sobre cómo actuar ante un evento de riesgo suelen ser obtenidas de fuentes no científicas, que no siempre aportan datos exactos o fiables sobre el riesgo en cuestión (Slovic, 1986; Fischhoff, 1989). (p. 20).

Además: “En las ciencias sociales también se ha comprobado que la percepción del riesgo de los propios científicos no es enteramente objetiva (Slovic, 1986; Puy, 1995). Según Fischhoff, aunque las ciencias naturales aspiran a presentar estudios completamente libres de valores, se interponen diversos criterios subjetivos que terminan por afectar sus resultados”. (p.20)… “Aunque el compromiso de separar los hechos de los valores es un aspecto fundamental de la higiene intelectual, una completa separación nunca será posible. Esta separación, en algunos casos, ni siquiera es deseada, ya que los expertos muchas veces buscan imponer sus puntos de vistas sobre cómo solucionar una situación de riesgo determinada” (Fischhoff, 1989 p. 271)”. (p.21).

¡Estamos en el nudo del dilema… así nos quedaremos hasta el lunes!¡Feliz fin de semana!

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