sábado, 29 de mayo de 2010

Alfabetización digital

Hace años, cuando me dedicaba a impartir cursos de introducción al uso del cómputo por medio del sistema MS-DOS, y otras paqueterías de software, me encontré ante un cliente al que la empresa no había podido satisfacer. A la dama en cuestión ya le habían cambiado tres veces el equipo completo, los técnicos revisaron sus instalaciones eléctricas, incluso, desarmaron uno de los equipos y lo revisaron pieza por pieza. Invariablemente, después de que dejaban el equipo en su casa la dama insistía en que la computadora no servía.

Francamente agotado por la situación, el dueño de aquella entonces naciente empresa, me solicitó que acudiera para ver si yo podría ayudar en algo.

Revisé cómo estaba instalada la computadora, por cierto, una de las primeras que incluían mouse. Todo parecía perfecto. Tuve entonces una idea y le dije:

- Señora, haga de cuenta que no estoy yo aquí y va a usar su computadora, ¿qué hace?

Me miro con gesto de extrañeza y me aclaró que siempre que habían ido a revisar su equipo los técnicos se las arreglaban solos y luego se marchaban. Ante mi insistencia ella inició todo el procedimiento.

Encendió el regulador, el CPU de un interruptor que estaba en la parte trasera, el monitor y cómodamente se sentó frente a su novedoso equipo.

Una vez que apreció que el monitor cobraba vida tomó el mouse, colocado inicialmente al lado del monitor, lo puso en el suelo a la altura de su pie derecho y puso el pie encima. Mientras oprimía el mouse con el pie afirmó con gran seguridad: “Ya ve cómo no sirve”.

¡Quería que funcionara como una máquina de coser!

Esta misma actitud se repite con frecuencia en muchos otros ámbitos que contemplan al uso de las nuevas tecnologías, de hecho, ante cualquier nuevo conocimiento. Las personas necesitamos que el nuevo sistema, funcionamiento o conocimiento al que nos enfrentamos tenga paralelo con algo que conozcamos anteriormente. Siempre es posible tener una ventana de oportunidad o un rango de tolerancia, que varía de persona a persona, por medio del cual la persona enfrentada a ese nuevo conocimiento se “da el permiso” de explorarlo. Si la tolerancia es superada, y el conocimiento no es aprendido, es muy probable que la frustración que embarga a la persona le impida volver a intentarlo, aunque no admita nunca que lo evita porque no lo entiende.

La mágica solución a los problemas sociales que tanto se han prometido con los nuevos programas de cómputo, las vastas redes, los valiosos acervos informáticos, el mundo puesto en un "clic" no sirve de nada si en el fondo no se encuentra un programa decisivo para que las personas entiendan cómo y para qué deben manipular estos nuevos sistemas. El problema de la alfabetización digital puede llegar a ser tan crudo como el problema del analfabetismo funcional que invade a decenas de países, incluso del primer mundo. No es sólo enseñar un proceso como el proceso de lecto-escritura normal. En México prácticamente toda la población está alfabetizada, sin embargo, el promedio de lectura es de un libro por año por habitante; en este mismo sentido, los estudios realizados por el programa PISA, auspiciado por la OCDE muestra que muchos de nuestros jóvenes no entienden lo que leen.

La alfabetización digital ha sido denominada como:

Alfabetización informática
Alfabetización en nuevas tecnologías
Alfabetización electrónica
Alfabetización en medios
Alfabetización en redes
Alfabetización multimedia

incluso

Alfabetización informacional

Se empezó a hablar de ella en los medios bibliotecarios porque los usuarios no sabían cómo utilizar los nuevos sistemas informativos. Cuando se incluyeron muchos de estas novedosas bases de datos en las grandes bibliotecas se pensó que se requeriría de menos personal, pero no fue así. Fue en la década de los 80 cuando investigadores como Lubans, Johnson, Fatzer y Dusenbury realizan investigaciones por medio de las cuales llegan a la conclusión de que pueden clasificar a los usuarios de la biblioteca como:

Analfabeto librario: El usuario no puede encontrar ni un libro en los clasificadores ni en un estante sin ayuda

Analfabeto semi-librario: El usuario puede encontrar los libros en los clasificadores pero no en los estantes.

Usuario competente: El usuario tiene una estrategia efectiva para realizar sin ayuda una búsqueda sistemática y encontrar la información que requiere en los clasificadores y en los estantes.

Usuario experto: El usuario sabe cuáles son los mecanismos de búsqueda que debe utilizar para cada tipo de información y es capaz de modificar, ajustar o crear tantas estrategias como sean necesarias para encontrar la información en los clasificadores y en los estantes, no sólo de esa biblioteca, sino de todos los medios informativos que tenga a su alcance.

Al migrar este símil al campo del cómputo, incluso, sólo del Internet, podremos ir valorando la relevancia de este tema. Kubey, Graham, Bawden, Nicholas y Sheppard han abordado en específico el tema de la alfabetización digital. Lo definen como:

“Cualquier conocimiento práctico, destrezas y actitudes que uno necesita para funcionar de forma eficaz en un determinado papel social que implique directa o indirectamente el uso de las computadoras”

O bien

“Aquel compendio de conocimientos y destrezas que la gente formada suele necesitar respecto a las computadoras para funcionar de manera eficaz en el trabajo y en la vida privada”

En definitiva, alguien que esté alfabetizado digital o informáticamente debe saber qué puede o qué no puede hacer con su computadora.

Se ha llegado a considerar a la alfabetización digital o bien como una extensión de la alfabetización tradicional o dentro de la alfabetización científica. Es un asunto en el que no se han puesto de acuerdo. El hecho es que las personas deben tener:

- Un conocimiento general acerca de la computadora

- Debe saber cómo utilizarla para que sea una herramienta eficaz en su vida

- Y debe tener la autoconfianza necesaria en su manejo

Si bien la alfabetización digital no ha sido vista como un factor prioritario en muchos países para logar que sus redes sean de mayor beneficio para un gran número de ciudadanos, en Chile se inició en 2002 un agresivo programa que logró alfabetizar en dos años a más de 70 mil personas. Las metas alcanzadas que exponen a través de esta acción es una reducción en la brecha digital, una elevación del uso de las redes bibliotecarias, con lo que también son más consultados sus acervos y una mejor disposición de la población hacia la informática, las nuevas tecnologías y sobre todo, su anuencia para que sus impuestos sean utilizados en este tipo de programas.

Los contenidos de los módulos de capacitación fueron cuidadosamente desarrollados, ya que como en el proceso de alfabetización en lecto-escritura, si los materiales no son los adecuados y el método el indicado, las personas, sobre todo adultos, se negarán a aprender; los más jóvenes podrían sólo asumir aquellos conocimientos con los que consideran que son suficientemente competitivos (para chatear, por ejemplo), y no explotarán el recurso del Internet y del cómputo para obtener mayores beneficios. Finalmente el Internet llegó para quedarse, como los libros, y si exponenciamos sus potencialidades utilizaremos mejor el recurso.

Cierto es que con el tiempo la curva del aprendizaje decae, aunque por las recientes aportaciones de Golberg, en el campo cognitivo y neurológico, este investigador expone que el proceso de adquisición y generación de nuevos conocimientos puede mantener un elevado nivel de aprendizaje durante toda la vida, pese a la edad... pero ese es otro tema.

lunes, 17 de mayo de 2010

La ciencia en la poesía de Neruda

Todos sabemos que el amor, y el desamor, con todos sus matices, es el principal motivo de la poesía. También lo ha sido la libertad, la patria, incluso el odio, y entre todos los otros temas que han motivado la creación poética se encuentra la ciencia.

Algunos escritores en lenguas extranjeras han destacado haciendo divulgación científica por medio de su poesía, pero pocos identifican a un gran poeta en lengua española, Premio Nobel, latinoamericano, como el autor de toda una serie de poemas con tema científico, a Pablo Neruda (1904-1973).

Al menos una docena de sus poemas se relacionan estrechamente con la ciencia. Uno de los más conmovedores es Oda al átomo. Dio la vuelta al mundo porque en lenguaje poético describe uno de los fenómenos científicos más complejos que en la década de los 50 asombraba y asustaba a la humanidad, la fisión nuclear que dio lugar a la bomba atómica.

Pequeñísima
estrella
parecías
para siempre
encerrada
en el metal: oculto,
tu diabólico fuego.
Un día golpearon
en la puerta
minúscula:
era el hombre.


La descripción del impacto de la bomba atómica es impresionante

Subió quemante el aire
y se esparció la muerte…


Probablemente al mismo Neruda le dolieron muchas de esas palabras y por eso transmite un sentimiento tan profundo al lector.

Pero no todo fue lamentable. En su Oda al laboratorista describe el arduo trabajo de estos intrépidos hombres de ciencia:

…mira
con un solo ojo
de cíclope eficiente,


En su Oda a la energía no sólo describe la energía eléctrica, también le dedica unas líneas a la energía química, como la que nos proporciona el azúcar a nuestros organismos:

Energía, en la uva
eres redonda gota
de azúcar enlutado…


Cuando hablamos de la ciencia hecha poesía se pueden ejemplificar el uso de los denominados tropos, figuras retóricas o recursos poéticos, entre los que destaca la metáfora.

Neruda no sólo tomo como eje a algunos elementos científicos externos al ser humano, también órganos humanos fueron motivo de inspiración. Una prosopopeya es una personificación de algo que no se considera que tiene vida ni conciencia por sí mismo y tenemos un buen ejemplo de ello en el inicio de la Oda al Hígado, de hecho, casi en su totalidad es una personificación de uno de nuestros órganos vitales:

Modesto,
organizado
amigo,
trabajador profundo…



También un tropo de interesante uso es la metonimia, que consiste en la alusión a una cosa describiendo sólo una parte o característica de esa cosa, y presenta Neruda una ingeniosa en la Oda al cráneo:

la huesuda
torre del pensamiento…


El intercambiar sensaciones es algo que con temas científicos causa realmente un cambio en cualquier poema, porque describe una experiencia sensorial con términos relacionados con otros sentidos, por ejemplo, olores relacionados con colores, sonidos con sabores. A este tropo se le conoce como sinestecia. Neruda recurre a ella en Oda a la farmacia:

Farmacia, qué sagrado
olor a bosque
y a conocimiento
sale
de tus estanterías


Por supuesto que el conocimiento no tiene aroma, pero la imagen que nos evoca esta sencilla descripción es más precisa, ¡y por supuesto poética!, que una descripción objetiva de la farmacia.

Muchos otros poetas extranjeros han tomado a la ciencia como fuente de inspiración, busca a algunos e identifica en ellos las metáforas y los distintos recursos, que bien utilizados nos acercan a este campo, ¡que puede ser tan cálido como cualquier otro arte!

El lenguaje de la ciencia de todos los días

Mi hermano David, cuando era un niño como de tres años, jugó con sus amigos durante horas. Entró a casa jadeante y se lamentó: “Me duelen las costuras”. “¿Las costuras?”, preguntó sorprendida mi madre, “¿Qué son las costuras?”. David señaló la región inferior del tórax. Lo más probable es que de tanto correr sintió el dolor que la mayoría conocemos como el “dolor de caballo”, pero él no sabía que así se denominaba ese dolor, así es que lo nombró como mejor le pareció, “las costuras”.

Este comportamiento es tan usual como la vida humana misma, damos nombres a las cosas sólo porque deben tener un nombre, de otra manera no podríamos identificarlas. Después nos ponemos de acuerdo en cómo se le llama a esa cosa. Desde pequeños nos enseñan los nombres de todas las cosas comunes con las que nos relacionamos, y ya con más edad comprendemos que diferentes grupos humanos tienen sus propios códigos para identificar su realidad, esto es, otras lenguas o idiomas.

La historia de los diferentes idiomas es realmente apasionante y guarda una gran relación con esta inagotable costumbre que tenemos de nombrar todo, absolutamente todo lo que nos rodea, lo que pensamos, imaginamos y sentimos. Si no hay un nombre para algo, lo inventamos.

En palabras del especialista en lingüística, Juan Carlos Moreno Cabrera: Las lenguas no se poseen, se usan; las lenguas no se tienen, se practican; las lenguas no se guardan, se mantienen… La lengua no es, funciona. La lengua no es estática, es puro movimiento, pura actividad. La lengua, en fin, no es un producto sino una energía. Y como son pura energía, las palabras, y las lenguas en general, les dan impulso a una de nuestras funciones básicas como seres humanos: la comunicación.

Los nombres que se utilizan en la ciencia han involucrado a un gran número de fenómenos léxicos, sobre todo, porque la ciencia con mucha frecuencia se relaciona con cosas nuevas, fenómenos nuevos o interpretaciones nuevas, por lo que debe ponérseles un nombre para identificarlos. En general, cuando una palabra ya conocida en otro contexto o en otro idioma se toma con un nuevo sentido en otro campo del conocimiento o en otra lengua, nos encontramos ante un neologismo. Hay varios tipos de neologismos, y todo el lenguaje científico tiene muchísimos ejemplos al respecto.

Los anglicismos son las palabras en español que tienen su raíz en el idioma inglés, o que fueron tomadas directamente del inglés. Internet, chip, software, hardware, fax, son algunos ejemplos de anglicismos muy comunes en la actualidad y que se identifican con el progreso de la tecnología. La cantidad de visitas que recibe un sitio WEB (¡otro anglicismo!) son los hits, ¡estamos rodeados de anglicismos en el Internet!

Los anglicismos en muchas ocasiones son necesarios en ciencia porque constituyen la palabra precisa con la que denotamos a la cosa que queremos que los demás identifiquen, y son aceptables si no hay nada mejor, más preciso o más conocido en nuestro propio idioma.

Pero no sólo el idioma inglés aporta nuevas palabras, también del francés adoptamos diskette, que es el soporte magnético para guardar información y dossier, que es una carpeta especial, expediente o publicación de un tema en particular. Se utiliza en divulgación científica cuando dedican todo un número a una sólo tema, por ejemplo un dossier sobre el SIDA. Estas palabras con galicismos. De manera muy semejante si las palabras nuevas son tomadas del italiano son italianismos, del alemán, germanismos, del latín, latinismos, y hasta del náhuatl, nahuatlismos.

Los tecnicismos también son muy comunes en los textos de divulgación científica, y en ocasiones tampoco se entienden fácilmente. Espín, espinores, quark son tecnicismos que cuando se utilizan dentro de los textos escolares o de divulgación científica deben explicar a qué se refieren, porque con frecuencia no se sabe qué es exactamente. Espín es el giro de un electrón; los espinores son objetos matemáticos similares en muchos sentidos a los vectores; un quark es una partícula elemental de la subestructura del protón y el neutrón, que se encuentran dentro del átomo.

La jerga o argot es otro tipo de lenguaje con el que se identifica a un grupo o a una profesión. Así, podemos investigar cuál es la jerga de los jóvenes de 15 años en un barrio en una ciudad fronteriza en México, la de los abogados o la de los policías. También la ciencia ha llegado a generar su propia jerga.

Una característica de las palabras que se incluyen en una jerga o argot es que casi nunca conservan el mismo significado que tenían en otro campo de las que se toman prestadas, pero se entiende muy bien dentro del grupo el nuevo significado. Se considera que muchos términos científicos o técnicos se han retomado en la sociedad actual, por supuesto, separados de su definición original. Algunos incluso con implicaciones cómicas, como tener “cabeza de teflón”, por aquello de que es un material al que no se le pega nada, y se refiere a las personas que se les dificulta aprender algo. ¿No te han dicho en la escuela que se le “borró la cinta” a alguien? Cuando estamos muy cansados a veces se utiliza la frase “andar por instrumentos”, que hace referencia al navegador automático que tienen los aviones (u otros tipos de vehículos), que no piensan en nada pero avanzan; las personas que “andan por instrumentos” parece que están despiertas, pero en realidad no lo están.

Ufología” es otro término que se considera científico. La terminación, o sufijo, logía significa estudio o tratado, el ufo es el acrónimo de Unidentified Flying Objects, que la mayoría de las personas de las personas identifica con los vehículos espaciales de visitantes extraterrestres. Al agregarle la terminación logía, consideran que se trata de una ciencia como la biología, la neurología o la geología; pero no es así, no es una ciencia como la cardiología.

Cuántas veces hemos leído anuncios publicitarios en los que se asegura que un detergente tiene “oxígeno activo” o que algo produce “calor halógeno" o incluso frases completas que parecen tan científicas, y que si tratamos de explicarlas con otras palabras, nos percatamos que realmente no significan nada extraordinario, ¡pero suena tan innovador! Como en el anuncio de un nuevo automóvil: “Suspensión independiente en las cuatro ruedas, con tren delantero triangulado de geometría optimizada y tren trasero de doble triangulación superpuesta y planos controlados con gestión electrónica de amortiguación” ¿Quién sabe qué es un tren delantero triangulado de geometría optimizada? ¿¡Se puede optimizar la geometría!? ¿¡Qué es una gestión electrónica de amortiguación!? Seguramente ni quien diseño el auto en cuestión sabría explicarlo sencillamente ¡pero se lee tan moderno que hasta se antoja comprarlo!

Creemos con frecuencia que la ciencia es difícil porque su lenguaje se nos presenta inexplicable, pero no debe ser así. Albert Einstein aseguraba que “No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela”, que se complementa con: “La mayor parte de las ideas fundamentales de la ciencia son esencialmente sencillas, y por regla general pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos”. Por lo que el lenguaje científico, ya sea puesto en un libro de texto o en un novedoso producto comercial, debería ser siempre simple y comprensible.

lunes, 10 de mayo de 2010

Moi, Christine

A los 15 años de edad contrajo matrimonio Cristina de Pizán con Estienne du Castel, en 1379, en Francia. Hija del “dilecto y estimado físico de su Majestad”, el rey Carlos V de Valois, el sabio Tommaso de Pizzano.

A los 25 años de edad Cristina quedó viuda con tres hijos. Cambia entonces radicalmente su existencia, y la escritura se convierte en parte esencial de su vida. “Sentada un día en el cuarto de estudio, rodeada toda mi persona de los libros más dispares, según tengo costumbre”.

Cristina de Pizán fue una escritora de contradictoria personalidad, que alternaba entre lo público y lo privado. La primera mujer reconocida como escritora profesional.

En La ciudad de las damas su pluma defiende a las mujeres. Es una auténtica utopía femenina, como la Ciudad de Dios, de San Agustín (354-430), que también era ya entonces una utopía conocida, pero los alcances de una y otra obra son diferentes. Y es que la sola palabra “ciudad” estaba marcada con una connotación opuesta a “villa” y denotaba la idealización más allá de un espacio físico o arquitectónico, es la idealización de toda una sociedad.

El contexto de La ciudad de las damas es vital para reconocer la valía de esta obra. El papa Honorio III proclamaba: “Las mujeres no deben hablar porque sus labios llevan el estigma de Eva, cuyas palabras han sellado el destino del hombre”; Boccaccio extiende la opinión pública de que las mujeres de recio carácter no eran tales, sino que más bien se habían convertido en hombres; la idea más arraigada era que la fortaleza tenía que venir del hombre: “La mujer es débil y mira al hombre para sacar fuerza, como la luna recibe su fuerza del sol; por lo que tiene que estar sujeta al hombre y servirle siempre”, escribió la abadesa Hildegarda de Bingen. La simple presentación de Cristina con su propio nombre, nombre de mujer, simple y llano, representaba un enfrentamiento con lo establecido, y así fue como firmó sus obras.

El desafío de Cristina de Pizán fue la de exponer por primera vez a la mujer como tal en un mundo androcéntrico. Murió en 1430. La ciudad de las damas presenta una historia de mujeres admirables del siglo XV, que en su esencia no tienen nada de distinto con nosotras, mujeres del siglo XXI. Mujeres entonces, mujeres hoy.

¡Feliz día de las madres!

lunes, 3 de mayo de 2010

¿Sol o sol? Más ciencia en la "Nueva gramática de la lengua española"

Es común encontrar en algunos textos científicos que los nombres de los planetas se escriben con mayúsculas, como nombres propios; ¿cuándo se escriben como nombres propios y cuándo no?

La "Nueva gramática de la lengua española", en el tomo I, página 842, especifica que Sol, Luna o Tierra son “grupos nominales que designan de manera unívoca ciertos seres”, en ese sentido se escriben con mayúscula. Cuando estos mismos vocablos se utilizan como sustantivos es correcto que se escriban con minúsculas, como en: “mirando a la luna aulló dos veces…” o “El mayor inconveniente de la generación eléctrica fotovoltaica estriba en que el sol luce de día…”.

Otros grupos nominales de designación unívoca son: Cruz del Sur, Osa Mayor y Vía Láctea.

Es importante recordar que este tipo de designaciones son comunes al discurso científico precisamente porque éste pretende ser unívoco, establecer términos que no se presten a otra interpretación.

Otra de las precisiones, en la página 475, es sobre “cientificista” o “cientifista”. Aunque la segunda sea de menos uso en México, ambas formas están aceptadas como correctas. En la página 440 se precisa sin embargo que se debe preferir “cientifismo” a “cientificismo”; “dinamismo” a “dinamicismo”; “sistematismo” a “sistematicismo”; aunque derivado de mecánico lo correcto es “mecanicismo”, “mecanismo” es incorrecto. De automático lo correcto es “automatismo” y de natural, “naturalismo”. En la misma sección, a partir de la página 440 se encuentra la explicación de muchos otros derivados nominales con sufijo -ismo, que es mucho más utilizado en el español americano que en el europeo.